Esta frase a continuación es propia de Aristóteles.
"El hombre es un ser social por naturaleza" para constatar que nacemos con la característica social y la vamos desarrollando a lo largo de nuestra vida, ya que necesitamos de los otros para sobrevivir.
Esto significa que cada hombre posee una dimensión individual que desarrolla su personalidad o su ser, y que dicha dimensión está integrada en la dimensión social del hombre, para la convivencia en comunidad desde que nace, resultando en la coexistencia.
Hoy en día este axioma se ha desvirtuado en su totalidad, el hombre, quien hasta tan solo unas pocas décadas se caracterizó bajo los más estrictos estándares del pensamiento de Aristóteles, ha mutado a un ser completamente egoísta y con atributos propios de la funcionalidad de un hogar repleto de conflictos y carencias de toda índole.
El ser social dio paso al disocial, al ente en cuyo pensamiento opera el odio hacia su semejante, una persona repleta de resentimientos infundados, fruto de un desarrollo profesional y económico mediocre y hasta en un alto porcentaje de las veces parasitario.
Si bien un hombre aislado no puede desarrollarse satisfactoriamente como persona y esa necesidad por agruparnos disminuye vertiginosamente, lo que para muchos exponentes tiene su raiz en el surgimiento, uso y abuso de las redes sociales inutilizando avances científicos y tecnológicos, propiciando que los otros seres humanos sean menos indispensables en nuestra vida.
La familia, base fundamental de la sociedad, resulta insuficiente para satisfacer las necesidades del individuo o grupo de estos.
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El Hombre como ser social
El Hombre como ser social
Arriba las faldas, abajo las pantaletas.
