Más sobre los vigilantes (Igigi) de las traducciones de Zitchin-el libro perdido de Enki
Las Palabras del Señor Enki
Sinopsis de la Novena Tablilla
La Humanidad prolifera; el linaje de Adapa sirve como realeza Desafiando a Enlil, Marduk se casa con una mujer Terrestre
Trastornos celestiales y cambios climáticos afectan a Lahmu (Marte)
Los Igigi descienden a la Tierra, toman a mujeres Terrestres como esposas
El promiscuo Enki engendra un hijo humano, Ziusudra (Noe)
Sequías y pestes causan sufrimientos en la Tierra
Enlil lo ve como una retribución por el hado, quiere volver a casa
Ninmah, envejecida por los ciclos de la Tierra, también quiere volver
Un emisario misterioso les advierte que no desafien su destino
Aumentan las señales de la inminencia de un calamitoso Diluvio
La mayoría de los Anunnaki empieza a partir hacia Nibiru Enlil impone un plan para dejar que la Humanidad perezca Enki y Ninmah empiezan a preservar las Simientes de Vida de la Tierra
El resto de los Anunnaki se prepara para el Día del Diluvio
Nergal, Señor del Mundo Inferior, ha de dar el aviso
Enki divulga el secreto del Diluvio
LA NOVENA TABLILLA
En los días de Lu-Mach, Marduk y los Igigi se casaban con las Terrestres.
En aquellos días, las tribulaciones eran crecientes en la Tierra, en aquellos días, Lahmu estaba envuelto en polvo y aridez.
Los Anunnaki que decretan los hados, Enlil, Enki y Ninmah, consultaron entre sí.
Se preguntaban qué es lo que se estaba alterando en la Tierra y en Lahmu. Habían observado estallidos en el Sol, había alteraciones en las fuerzas de la red de la Tierra y de Lahmu. En el Abzu (África meridional), en la punta, frente a la Blancatierra (Antártida), instalaron instrumentos de observación; los instrumentos se pusieron a cargo de Nergal, el hijo de Enki, y de su esposa Ereshkigal.
Ninurta fue asignado a la Tierra Más Allá de los Mares para establecer un Enlace Cielo-Tierra en las montañas.
En Lahmu, los Igigi estaban inquietos; a Marduk se le dio la tarea de pacificarlos:
¡Hasta que sepamos qué está causando las tribulaciones, debe mantenerse la estación de paso de Lahmu! Así le dijeron los líderes a Marduk.
Los tres que decretan los destinos consultaron entre sí; se miraron unos a otros. ¡Qué viejos están!, pensó cada uno sobre los demás. Enki, que lloraba la muerte de Adapa, fue el primero en hablar. ¡Han pasado más de cien Shars desde que llegué!, dijo a su hermano y a su hermana.
Yo era entonces un gallardo líder; ¡ahora, con barba, cansado y viejo!
¡ Yo era un héroe entusiasta, dispuesto a la jefatura y la aventura!, dijo después Enlil.
Ahora tengo hijos que tienen hijos, todos nacidos en la Tierra; ¡Nos hemos hecho viejos en la Tierra, pero los que nacieron en la Tierra serán aún más viejos dentro de poco! Así, lamentándose, dijo Enlil a su hermano y a su hermana. ¡En cuanto a mí, me llaman vieja oveja!, dijo Ninmah tristemente. ¡Mientras que el resto ha estado yendo y viniendo, ha estado haciendo turnos de servicio, nosotros, los líderes, nos hemos quedado! ¡Quizás ha llegado el momento de partir! Así dijo Enlil. De esto me suelo preguntar, les dijo Enki. ¡Cada vez que uno de nosotros tres desea visitar Nibiru, siempre nos llegan palabras de Nibiru para impedir que vayamos! De eso yo también me pregunto, dijo Enlil: ¿Es algo de Nibiru, algo de la Tierra? Quizás tiene que ver con las diferencias en los ciclos vitales, dijo Ninmah.
Los tres líderes decidieron observar y ver lo que ocurre.
En aquel momento, el asunto estaba en manos del Hado, ¿o sería del Destino?
Por ello, vino a suceder que, poco después, Marduk vino hasta su padre Enki, deseaba discutir con su padre, Enki, una cuestión de suma gravedad. En la Tierra, los tres hijos de Enlil habían elegido esposas: Ninurta se había casado con Bau, una joven hija de Anu; Nannar había elegido a Ningal, Ishkur había tomado a Shala; Nergal, tu hijo, ha tomado por esposa a Ereshkigal, nieta de Enlil, amenazando con matarla, arrancó de ella su consentimiento. Por esperar mis desposorios, siendo tu primogénito, Nergal no esperó, los otros cuatro, por deferencia, están esperando mis desposorios. ¡Deseo elegir novia, tener una esposa es mi deseo! Así le dijo Marduk a su padre, Enki. ¡Tus palabras me hacen feliz!, le dijo Enki a Marduk. ¡Tu madre también se alegrará! Marduk levantó la mano para que su padre guardara estas palabras ante Ninki. ¿Es acaso una de las jóvenes que curan y dan socorro?, fue a preguntar Enki.
¡Es una descendiente de Adapa, de la Tierra, no de Nibiru, es!, dijo en un suave susurro Marduk.
Enki se quedó sin palabras, con el desconcierto en la mirada; después, pronunció palabras incontroladas:
¡¿Un príncipe de Nibiru, un Primogénito titulado para la sucesión, casarse con una Terrestre?!
¡No una Terrestre, sino una descendiente tuya!, le dijo Marduk. ¡Es una hija de Enkime, el que fuera arrebatado al cielo, su nombre es Sarpanit!
Enki llamó a su esposa Ninki, a ella le contó lo que ocurría con Marduk. Marduk le repitió a Ninki, su madre, el deseo de su corazón, y dijo: Cuando Enkime vino conmigo de viaje, y yo le estaba enseñando del cielo y la Tierra, presencié con mis propios ojos lo que mi padre una vez me había contado:
Paso a paso, en este planeta, a partir de un ser Primitivo, hemos creado a uno como nosotros, a nuestra imagen y semejanza es el Terrestre Civilizado, ¡excepto por la larga vida, es como nosotros! ¡Una hija de Enkime ha cautivado mi capricho, deseo casarme con ella!
Ninki ponderó las palabras de su hijo. Y la doncella, ¿aprecia tu mirada?, le preguntó a Marduk.
En verdad que sí, le dijo Marduk a su madre. ¡Ese no es un asunto para considerar!, dijo Enki levantando la voz. Si nuestro hijo hiciera esto, nunca podría ir a Nibiru con su esposa, ¡perdería para siempre sus derechos principescos sobre Nibiru!
A esto respondió Marduk con una sonrisa amarga: Mis derechos sobre Nibiru son inexistentes, incluso en la Tierra, mis derechos como Primogénito han sido pisoteados.
Esta es mi decisión: ¡De príncipe a rey en la Tierra convertirme, señor de este planeta!
¡Así sea!, dijo Ninki. ¡Así sea!, dijo también Enki.
Llamaron a Matushal, el hermano de la novia; le hablaron del deseo de Marduk.
Matushal se vio abrumado, con humildad pero con alegría. ¡Así sea!, dijo. Cuando se le contó a Enlil la decisión, se llenó de furia.
¡Una cosa es que el padre tenga relaciones sexuales con las Terrestres, pero otra muy distinta es que el hijo se case con una Terrestre, concediéndole a ella el señorío!
Cuando se le contó el asunto a Ninmah, quedó enormemente decepcionada.
Marduk podría casarse con cualquier doncella de las nuestras, incluso podría elegir a cualquiera de mis propias hijas, de las que tuve convEnki, ¡podría casarse con sus hermanastras, como es la costumbre real!. Así dijo Ninmah.
Con furia, Enlil le transmitió palabras sobre el asunto a Anu en Nibiru: ¡Este comportamiento ha ido demasiado lejos, no se puede consentir!, le dijo Enlil a Anu, el rey. En Nibiru, Anu convocó a los consejeros para discutir urgentemente el asunto.
No encontraron ninguna norma sobre ello en los libros de normas. Anu convocó también a los sabios para discutir las consecuencias del asunto.
¡Adapa, el progenitor de la doncella, no pudo quedarse en Nibiru!, le dijeron a Anu.
¡Por tanto, a Marduk habría que impedirle regresar nunca a Nibiru con ella! ¡Incluso habiéndose acostumbrado a los ciclos de la Tierra, a Marduk podría resultarle imposible volver, aún sin ella!
Así le dijeron los sabios a Anu; con esto coincidieron también los consejeros. ¡Transmítase la decisión a la Tierra!, dijo Anu: ¡Marduk puede casarse, pero ya no será príncipe en Nibiru!
La decisión fue aceptada por Enki y por Marduk, Enlil también acató la palabra de Nibiru.
¡Celébrese la boda, y que sea en Eridú!, les dijo Ninki. ¡En el Edin, Marduk y su esposa no pueden quedarse!,vanunció Enlil, el comandante.
¡Hagamos un regalo de boda a Marduk y a su novia, unos dominios para ellos, lejos del Edin, en otra tierra! Así le dijo Enki a Enlil.
Enlil estaba pensando si consentir que Marduk fuera enviado lejos: ¿De qué tierra, de qué dominios estás hablando?, le dijo Enlil a su hermano Enki.
¡Unos dominios por encima del Abzu, en la tierra que llega hasta el Mar Superior, una que está separada del Edin por las aguas, a la que se puede llegar con embarcaciones!
Así le dijo Enki a Enlil. ¡Así sea!, dijo Enlil.
Ninki dispuso una celebración de boda en Eridú para Marduk y Sarpanit. Sus habitantes anunciaron la cereremonia a golpe de tambor de cobre, con siete panderos, las hermanas de la novia presentaron a la esposa.
Una gran multitud de Terrestres Civilizados se reunió en Eridú, la boda era para ellos como una coronación. También asistieron jóvenes Anunnaki, Igigi de Lahmu vinieron en granvnúmero.
¡Venimos para celebrar la boda de nuestro líder, para presenciar una unión de Nibiru y la Tierra!
Así explicaron los Igigi su numerosa presencia.
Viene ahora el relato de cómo los Igigi raptaron a las hijas de los Terrestres, y de las aflicciones que siguieron y del extraño nacimiento de Ziusudra.
Gran número de Igigi vinieron de Lahmu a la Tierra,
sólo un tercio de ellos quedaron en Lahmu, a la Tierra vinieron doscientos.
Para estar con su líder Marduk, para asistir a la celebración de su boda, fue su explicación;
Desconocido para Enki y para Enlil era su secreto: raptar y tener unión era su plan.
Desconocido para los líderes en la Tierra, una multitud de Igigi se reunieron en Lahmu, ¡Lo que se le permite a Marduk no se nos debería de impedir a nosotros!, se decían entre sí.
¡Basta de sufrimiento y de soledad, de no haber tenido descendientes!, era su eslogan.
Durante sus idas y venidas entre Lahmu y la Tierra,
a las hijas de los Terrestres, las Mujeres Adapitas como les llamaban ellos, veían y codiciaban; y los conspiradores se decían entre ellos: ¡Venid, elijamos esposas de entre las Mujeres Adapitas, y engendremos
hijos!
Uno de ellos, Shamgaz era su nombre, se convirtió en su líder. ¡Aun cuando ninguno de vosotros me siga, yo solo haré la acción!, les decía a los demás. ¡Si se impusiera un castigo por este pecado, yo solo lo asumiré por todos
vosotros!
Uno a uno, los demás se unieron a la trama, prestaron juramento de hacerlo juntos.
Para la boda de Marduk, doscientos de ellos descendieron en el Lugar de Aterrizaje, bajaron sobre la gran plataforma en la Montaña de los Cedros. Desde allí viajaron a Eridú, pasaron entre los Terrestres que trabajaban, junto con la multitud de Terrestres llegaron a Eridú. Después de que hubiera tenido lugar la ceremonia de boda de Marduk y Sarpanit, por una señal convenida previamente, Shamgaz dio la señal a los demás.
Cada uno de los Igigi tomó a una doncella Terrestre, por la fuerza las raptaron, los Igigi fueron con las mujeres hasta el Lugar de Aterrizaje en las Montañas de los Cedros, en una fortaleza se emplazaron, a los líderes les formularon un desafio: ¡Basta de privaciones y de no tener descendientes! Queremos casarnos con las hijas de los Adapitas. ¡Tenéis que darle la bendición a esto, o de lo contrario lo destruiremos todo en la Tierra por el fuego! Los líderes estaban alarmados, le exigieron a Marduk, comandante de los Igigi, que se hiciera cargo de la situación. ¡Si tengo que buscar una solución al asunto, mi corazón está de acuerdo con los Igigi! Así les dijo Marduk a los demás. ¡Lo que yo he hecho no se les puede impedir a ellos!